martes, 16 de agosto de 2011

El silencio vale oro durante aplicación de inyecciones oculares




Por Genevra Pittman

Si un paciente está recibiendo una inyección para tratar la degeneración macular u otra enfermedad de los ojos, un nuevo estudio sugiere que debería asegurarse de que el médico no hable mientras realiza la aplicación.

Un equipo halló que en unos pocos minutos de conversación con un paciente imaginario, voluntarios sin máscara protectora diseminaban bacterias que podían terminar en los ojos o en las agujas de las inyecciones y causar infección.

Uno de cada tantos miles de inyecciones para tratar la pérdida de la visión causaba endoftalmitis. Pero dado que los pacientes necesitan varias inyecciones, uno de cada 200 desarrolla la infección causada en algunos casos por Streptococcus, presente en la boca.

El nuevo estudio "no es una prueba concluyente", indicó el autor principal, doctor Colin McCannel, del Instituto Ocular Jules Stein de la University of California en Los Angeles. Aun así, agregó: "Mi consejo para los pacientes sería que, hasta que finaliza la aplicación, conversen lo mínimo necesario o no hablen con el médico".

El equipo de McCannel simuló una consulta oftalmológica habitual para aplicar la inyección. Los voluntarios se pararon frente al sillón de los pacientes con una placa para cultivar bacterias a la altura donde se ubicaría la cabeza de la persona tratada.

Los voluntarios leyeron un texto durante 5 minutos bajo distintas condiciones: frente al paciente imaginario, con o sin máscara, o mientras miraban hacia el costado sin máscara. Luego, permanecieron en silencio durante 5 minutos. Y, al invertir los roles, los voluntarios se recostaron en el sillón y leyeron el texto con la placa sobre la frente.

Cuando los 15 voluntarios conversaron con la máscara o mientras permanecieron en silencio, casi ninguna bacteria creció en la placa.

Pero cuando no usaron la máscara, ya sea de frente al paciente o mientras miraban hacia el costado, en la mayoría de las placas se detectaron colonias de bacterias. Y cuando los "pacientes" hablaron, en la mitad de las placas crecieron bacterias.

Eso demuestra que aun cuando las inyecciones oculares no sean procedimientos mayores ni ocurran en un quirófano, médicos y pacientes deberían tomar en serio la posibilidad de contaminación de la aguja.

"Es un procedimiento quirúrgico. Se está haciendo un orificio en el ojo de un paciente. Es muy pequeño, pero no lo suficiente como para no causar una infección", dijo el doctor Charles Wykoff, oftalmólogo de Retina Consultants, en Houston, que no participó del estudio.

Los gérmenes provenientes de la boca de un médico o de su asistente también preocupan en otras instancias, según escriben los autores en Archives of Ophthalmology.

McCannel citó ejemplos en los que las bacterias bucales de un médico estuvieron asociadas con la aparición de casos de meningitis en pacientes a los que se les había realizado una punción lumbar.

Wykoff y McCannel coincidieron en que, si es posible, médicos y pacientes deberían tratar de conversar lo mínimo necesario durante los procedimientos.

FUENTE: Archives of Ophthalmology, 2011

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