domingo, 28 de agosto de 2016

La impunidad de la enfermedad



Introducción: ¿Es duro estar enfermo?, SI. Por eso es que nadie quiere estar en esos zapatos, y nadie podría desearle a otro semejante desdicha. La enfermedad por más optimista que uno sea no es linda ni agradable, tampoco es cierto que la enfermedad te vuelve más bueno y solidario, no, por ahí, podríamos decir que las personas que tienen una enfermedad tienen un aprendizaje distinto, que no es ni mejor o mayor que el de otras personas, solo distinto.
Los otros pueden sentir lastima o apenarse de la situación del enfermo, y hay veces que bajo el pretexto de enfermedad se tiene una mirada más benevolente con el enfermo.

HIPOTESIS: ¿Existe la impunidad de la enfermedad?
Existe un constante comportamiento social en apiadarse del enfermo, sea cual sea el acto que este haya realizado. Parece ser que al enfermo se le puede admitir todo. Si este contesta mal, si este realiza actos dañosos, si perjudica a otros. No importa cual fuere la circunstancia, acción u omisión del enfermo todo se arregla con una expresión ( a ver si les suena) ¡pobre, está enfermo!.
La lastima es un comportamiento humano crónico, repetitivo y aceptado socialmente para con el enfermo.

METODOLOGIA: He realizado este estudio desde mi propia experiencia, y realizando trabajo de campo desde la posición que ocupo como enferma y mi vínculo con otros en misma condición.

I. Factores de la impunidad de la enfermedad
a) La lastima:
¿Qué es la lastima? Según el diccionario que tengo en mi casa se la define como: Sentimiento de pena o dolor que se siente por alguien que sufre o por una cosa que ha sufrido un mal.
Es decir que la lastima es un factor determinante para aceptar todo aquello que hace el enfermo, de esa manera consiente la victimización de aquel creando un mecanismo destructivo y toxico en la relación entre el otro y el enfermo.
b) La culpa:
También definido por el diccionario que tengo y que le acabo de pasar una franela para sacarle el polvo que tenía, , la culpa es la emoción que se siente al romper las reglas culturales o costumbristas en un cierto circulo o entorno.(sociedad, familia ect).
Muchas veces aquella impunidad hacia el enfermo tiene que ver con la existencia de la culpa, recuerde algún acto en donde usted pensó que el enfermo era un hijo de puta, pero no lo manifestó porque la presencia de otras personas actuaron como presión para que no diga lo que siente y que es real, pero reprimiéndose y apañado por su entorno, comenzó a sentir culpa por pensar de esa manera y posteriormente sintió lastima por el pobrecito.
c) victima.
Es aquí el enfermo, aquel que mediante la pancarta de la enfermedad hace que los demás le tengan pena y lastima, convirtiéndose un gran benefactor de la pena ajena a los fines de su conveniencia y beneficios propios.
d) Impunidad
Ahora recurriendo a Wikipedia podemos definir a la impunidad como una excepción de castigo o escape de la sanción que implica una falta o delito.
Es aquí el beneficio del enfermo víctima y lastimero, busca que los demás lo banquen a pesar de sus acciones y maldades, pone en practica sus artilugios como la mirada del gato con botas, el llanto, el juego del eterno incomprendido, sus esfuerzos heroicos.
e) La verdadera víctima: el otro
He aquí que la verdadera víctima no es el enfermo sino el que cae dentro de las redes del juego perverso de aquel, que en realidad se encuentra confundido, entre la lastima, la culpa y el llanto frenético del enfermo Creyéndose que es una mierda de persona por no comprender a aquel pobre enfermo.
Estos factores son indispensables para que la impunidad de la enfermedad se propicie en un terreno fértil de hipocresía con el enfermo. Ojo con este juego de lastima y victimización, suele ser muy común y difícil de detectar.

Conclusiones:
Para concluir con este trabajo debo responde en forma afirmativa a la pregunta inicial, pero debo hacer la siguiente salvedad, si bien es cierto que existe aquella impunidad, la misma cobra sentido, siempre y cuando se la cultive por los “otros” que se relacionan con el enfermo. Recuerde que la lástima no es buena cosa para nadie.
Piense si alguien sintiera lástima por usted, seguro que le seria desagradable . Generar lástima en otros es de las sensaciones más angustiosas y deprimentes que existen. Es que la lástima saca del juego a las personas, ubicándolas como víctimas impotentes de una condición penosa e indigna, de la que es muy difícil salir.
Otra cosa es sentirse Triste por la situación del otro. La tristeza genera solidaridad, empatía, eso es positivo.
Sabemos que : hay gente que trabaja de dar lástima. Y otra gente que trabaja de sentirla. Son tal para cual. Es complejo: jugar a ser víctima de manera vitalicia (trabajar de víctima crónica convoca a la lástima? hasta que genera enojo una vez que se percibe la jugarreta) es un deporte que juegan los que saben que en el mundo hay muchos que han confundido la bondad con la lástima hacia el otro.
A la vez, jugar siempre a ser el que siente lástima hacia otro caído en desgracia ubica en una lugar de superioridad fea al que la siente. El beneficio de sentir siempre lástima de los "pobres infelices" permite ensoñar que son "ellos", los otros, los que habitan los infiernos, allá, bien lejos de uno.
Es cierto que se suele pensar "Si lo responsabilizo, mira si se enferma más" pero esa la frase es la que pavimenta el infierno de una relación que se nutre de todo, menos del respeto por la capacidad del otro.
Es sano y claramente humano el sentir tristeza ante alguna situación o condición de alguien que, por ejemplo, ha sufrido una terrible enfermedad o una discapacidad adquerida . Pero esa tristeza, para no ser pura lástima condescendiente, se debe complementar con una percepción de los recursos que esa persona tuvo para salir del paso, y no tanto ver, pobrecito, cómo sufre.
Entonces para el caso, aquel dicho que dice que "lo que no te mata, te fortalece" sirve infinitamente para no entrar en los oscuros laberintos de la lástima.
Realizado por Analia Cantero.
Nota. No se ponga el saco si no le entra. Este artículo no pretende generalizar, ni poner a los enfermos en una situación incómoda, solo pretende desterrar hábitos pocos sanos en forma poco trágica, recurriendo al humor para aliviar la carga.

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